Blogia
Tonicruz

Calamaro

El poder evocador de la música es inmenso. En mi caso no hay un cantante que traiga a mi memoria más recuerdos que Andrés Calamaro. Le empecé a escuchar cuando empezaba a cambiar la estúpida edad del pavo por la inestable adolescencia. Yo era entonces un niño pijo mucho más niño y mucho más pijo que ahora. Tenía claras tantas cosas que apenas era capaz de comprender que, fuera de mi abc, había otro mundo. Otra vida.

A Calamaro me lo cantaron por vez primera en Fuengirola entre cervezas y martinis. Le oía trovar a un amor más cortés que sexual y me venía muy bien porque -en aquellos tiempos- lo único en lo que era capaz de creer era en el imposible sentimental. Le escuchaba con su infatigable tono lunfardo y su voz a veces rota a veces resquebrajada hablar del veneno. Y era bueno. Y fue bueno probarlo.

Canté a Calamaro borracho y lo puedo cantar sobrio. Lo he cantado estando acompañado y estando solo. En clases y en botellones. En pubs y en autocares.

Ha pintado con notas mis instantes más melancólicos y los más eufóricos. He crecido a base de su discos (“Alta Suciedad”, “Honestidad Brutal”, “El Salmón”...) y casi todas sus canciones tienen una correspondencia egoísta que me permite adaptarlas a mi situación individual.

Hoy Calamaro tocará en Córdoba su tangorock y reviviré una vez más lo que nunca se debe olvidar. Y es bueno olvidarse de quién no soy.

1 comentario

JLWarsim -

Comienzo mi sencilla disertación para expresar mi comunión con muchas de tus experiencias vitales. Nunca me emocioné con Calamaro, si bien me lo presentaron en parecidas circunstancias a las tuyas. Su música formó parte de la banda sonora de mi metamorfósis vital, durante esos años en que uno va perfilando su personalidad. En mi caso, me fui haciendo como persona al tiempo que me iba haciendo como guitarrista. Su música nunca me llenó. Pero siempre estaba ahí. Muchas de sus canciones siguieron el inevitable itinerario: de mi oído a mi guitarra y a mi voz. Reconozco que dio mucho juego durante incontables noches de alcohol y cachondeo.

En tu escrito no he hallado ninguna alusión a la persona de Andrés Calamaro. Te limitas a valorar su producción artística y, lo más interesante de todo, a exponer como ésta ha influido en tu vida. Me parece un grave error enjuiciar a cualquier artista como persona. Alabo que no hayas caído en esta "trampa".

Confío en que disfrutes del concierto de Calamaro. Deja que la música despierte plácidos recuerdos que permanecían dormidos en tu memoria.