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Tonicruz

Desmontando a Chikito

Una conocida marca de comida mierda ha pagado a Chikito de la Calzada para hacer el ridículo y que ellos vendan con ello más helados plastificados ( http://www.youtube.com/watch?v=IEnjpxB-mZ4 ). La desazón que me invade cuando veo este anuncio abarca varios espectros.

Por un lado, me repugna que un señor o señores -en este caso las empresas publicistas Crispin Porter y Bogusky- se subroguen en el rol de reputados sociólogos para determinar si los españoles hemos madurado mucho o no desde el 94, que fue cuando empezó a ser famoso el genial malagueño. Por otro, me aturde que lo que hay detrás (una empresa norteamericana) quiera hacernos creer que sus postres son símbolo de modernidad ( !por Dios, si son leche merengada con trocitos de galleta¡).

Tampoco soporto la idea de que el inimitable cómico -y mira que han tratado de copiarle- se haya vendido por unas míseras perras. Antes de este anuncio yo (creo que muchos tendrán ese mismo recuerdo) cuando pensaba en Chikito veía a un tipo que, por carambolas del destino, se hizo famoso en su barrio. Luego en su ciudad y, un buen día, como quien no quiere la cosa, hacía reír a toda una nación. No sólo eso. Cambió la forma de expresarse de muchos, inauguró un sentido del humor absurdo y surrealista del cual luego -lo quieran o no reconocer- se han alimentado otros muchos charlatanes que siguen teniendo éxito. Ahora, y por primera vez, no es Chikito quien se ríe de Chikito. Ni nosotros los que nos reímos con él. Un mecenas le ha comprado para que haga el tonto y así abrir los ojos de muchos que le idolatraban (y lo seguirán haciendo a pesar de todo). Buscan reírse de él. Que no es lo mismo.

No, cobardes hamburgueseros, así tampoco superaréis a la competencia. Por el contrario -como ya os ha pasado en otros lugares como México- conseguiréis que algunos os repudien aún más. De todos modos, y menuda paradoja, todo lo que suponga hablar del anuncio y de sus creadores ya es estar cayendo en su juego. Es la mentira de la publicidad. Es su gran verdad. Es, como el concejal de Cuenca de sus chistes, un mojón.

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