Blogia
Tonicruz

Bajando, subiendo

La vida da vueltas. Gira ensimismada en torno a circunstancias imprevisibles. Un día algo que parece excepcional se convierte en una ruina. Un momento memorable se vuelve un chasco perpetuo antes de morir en el olvido.

Eso es el recuerdo en el amor, por ejemplo. La más bonita de las flores, pasado un tiempo, se hace cardo conforme se conoce a la persona. Lo que un día podrían llegar a parecer suspiros románticos se escuchan con el tiempo como quejidos. Esos pequeños defectos que, cuando algo empieza, hacen incluso más encantadora a la pareja se hacen insoportables. Un pelo es una liana. Un kilo de más, una tonelada. Una lagaña, una arruga. Dos, una década.

Por eso, como cualquier cosa que se desea, el sentimiento (sea el que sea) es necesario cuidarlo. Porque, cuando se pudre, huele mal. Cuando una persona se desentiende de mala forma de otra deja un tufillo a prepotencia que hiere. Hay que saber ganar, perder y hasta empatar. Cualquier relación interpersonal -más en una pareja- requiere comprensión y esfuerzo. Y, por encima de todo, una enorme capacidad de romper la pereza a la inactividad emocional (en algunos casos es una pasión definitivamente inútil).

Ahora subes y luego bajas. Lo bueno es que con la propia inercia del descenso, en seguida, aparece una cima más difícil de conquistar. Y más apasionante. Con otra idiosincrasia. Y con ganas. Más activa. Más divertida. Mejor. Diferente. Única.

0 comentarios