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Tonicruz

Villa

(ARTÍCULO PARA CCFP-PUBLICACIÓN OFICIAL DEL CÓRDOBA C.F.- CON MOTIVO DEL ENCUENTRO DE LA JORNADA 18 DE LIGA ADELANTE CÓRDOBA C.F.-CASTILLA)

-¿Cómo estás, Pablo?

-Bien, bien. Toni.

No fui capaz de decirle más. Estábamos en una estación de servicio. Debían ser las tres de la mañana y aún nos dolía a todos ese último instante de La Romareda. Pablo Villa apuraba un cola-cao, creo. Charlaba con Luis Carrión, su segundo. Yo miraba desde una mesa cercana, sin querer molestar. Quiero imaginar su conversación. Y, aun resistiéndome a poner palabras en su boca que ignoro, me figuro que tratarían de explicarse cómo pudimos perder ese encuentro.

Ellos no culparán a la suerte, indiscutiblemente casquivana en este comienzo de Liga; ellos no culparán a los contratiempos, ni a las desdichas. Ellos seguirán –habrán seguido- trabajando. Y ya entonces, seguro, imaginaban cómo derrotar hoy al Tenerife mientras terminaban ese cola-cao con sabor a decepción.

Alguien –creo que fue Rafael Japón- escribió en twitter la pasada semana que cuando el fútbol le devuelva al Córdoba todo lo que le ha quitado durante tantos años pasaremos toda una campaña sin conocer la derrota.

Subo la apuesta. Si el fútbol fuera justo con lo que esta entidad y esta afición han hecho por él ya deberíamos haber saboreado el himno de la Champions –aunque fuera para perder todos los partidos que jugásemos- alguna temporada.

Y añado: si el fútbol fuera justo con currantes de casta y alma como Pablo Villa le brindaría la ocasión muy pronto de entrenar en Primera. Y con el equipo que quiere, el Córdoba.

A día de hoy, me conformo con que después de este encuentro no le tenga que preguntar a Pablo cómo se encuentra. Eso sería tan injusto como cruel.

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