Simonet
(Artículo de opinión publicado en CCFP, publicación oficial del Córdoba C.F. con ocasión del partido Córdoba-C.D. Lugo de la jornada 24 de Liga Adelante)
Yo no vi jugar a Simonet. Yo no le vi correr hasta la extenuación. Ni dejarse hasta el último aliento por la camiseta blanca y verde a la que acabó amando y dedicándole toda su vida deportiva (a pesar de venir para un par de ratitos y ya casi de vuelta de todo con treinta años). Ni compartí mi alegría hasta confundirla con la suya aquel primer día de abril del 62 en Huelva.
No puedo decir a través de mis ojos que fuera un lateral pundonoroso y aguerrido. Escaso de técnica, tal vez, pero tan tan bueno que hasta el mismísimo Gento receló en su momento de medirse a él en El Arcángel.
No puedo decirlo. Pero me lo creo.
Me fío porque son los ecos del pasado los que me soplan a la oreja. Porque son sabias palabras de veteranía, de canas (luego, de sabiduría) las que me chivan el retrato del tristemente finado exfutbolista del Córdoba. Porque en los artículos que he leído de Zitro, en hojas ya amarillas y arrugadas, entre palabras de época y términos balompédicos jalonados de épica, se entrevé lo que de bueno tenía este eterno dos. Cuando el dos, en este deporte, siempre era el número del lateral derecho.
Simonet era de un fútbol de alineaciones de carrerilla (la del 62 se la saben como la tabla periódica todos los cordobesistas de una generación: Benegas, Simonet, Martínez Oliva, Navarro, Martínez, Costa, Riaji, Juanín, Miralles, Paz y Homar); de un futbol de pelotas pesadas y partidos de hierro y fuego; de un juego en el que señores que en las gradas aún vestían con chaqueta y corbata estaban dispuestos a lanzar piedras si lo que veían no les gustaba. Y él, en esos tiempos duros, fue un grande. Tal vez por su fidelidad a unos colores, a los nuestros, no llegó a ser internacional.
Descanse en Paz, Simeón Soler Pérez, Simonet. Cuando hoy se levanten con las bufandas arriba que sepan que están honrando a uno de los más grandes de los nuestros. Que sepan que están guardando silencio en memoria de uno de los que ha hecho que ustedes estén hoy aquí.
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