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En pos de un reto discreto

(Artículo publicado en el periódico El Día de Córdoba del 25 de marzo de 2011 sobre el encuentro Córdoba-Nàstic de Tarragona)

Hay un momento en el ser humano y en todas las cosas en el que es necesario dar un salto adelante. Lo hacen los bebés cuando empiezan a caminar, los adultos cuando se casan y se atan a una hipoteca y los ancianos (perdón: la tercera edad) cuando empiezan a viajar con el Inserso. En el fútbol también se atraviesan etapas. Se cierran, se abren, se pliegan y se estiran cual chicle bien mascado en función de la importancia y urgencia del reto a cumplir. En El Arcángel se viene demandando un estirón desde hace ya un tiempo. Lo hacen los aficionados por lo bajini por aquello del temor reverencial al espíritu de la Segunda B (una categoría horrible que se inventaron para confundir al personal y matar a la mesocracia del fútbol español).

Lo intenta también –aunque a veces no lo parezca– la directiva presente con buena voluntad, aciertos y desaciertos.

En el sueño del salto ponen también su granito de arena los medios, que tratan –aunque haya quien tampoco se crea esto– de mesurar su indignación ante un partido horroroso del equipo al que apoyan (porque lo apoyan aunque no tendría que ser ese específicamente su cometido) y de contener la euforia ante una racha de buenos tanteos. La prensa de esta ciudad cumple con todos estos cometidos con mucha más prudencia que en casi ningún otro lugar (por errores pretéritos de cálculo).

Pero ese salto, que no es otro que el de pelear por pintar algo en Segunda, únicamente depende de la pericia de Lucas Alcaraz y todo su cuerpo técnico en el banquillo y de las carreras y golpeos de sus futbolistas sobre el verde. En sus cabezas y botas está el que este Córdoba en el que únicamente siete mil de 350.000 habitantes creen ciegamente pueda darles una bofetada a los apóstatas de lo blanquiverde.

Porque ahora mismo, por clasificación y por trayectoria, el único rival directo del Córdoba es el propio Córdoba._Ayer demostró que uno de los de abajo no es enemigo de eso que llaman su Liga. Acaso tampoco lo sea el_Betis, ¿quién lo certifica?._En cualquier caso, no hay ningún contrincante capaz de epatar su medianía. Diez de cemento, once de cal y diez de arena. Hasta ayer mismo, equidistante del descenso y del ascenso.

Está, porque tres puntos en Segunda tal y como está el asunto cambian poco la perspectiva, a medio camino de dos mundos diametralmente opuestos. Uno es de miel y huríes. Un paraíso por el que el aficionado común –el que no entiende de presupuestos, ni de impagos, ni de ventas truncadas– sobrevive. Porque no tiene sentido ir al fútbol sin pensar en ganar siempre. En subir siempre. Para mantenerse en la mediocridad ya está el día a día. El trabajo que se ha de hacer para pagar las deudas. La boda a la que hay que ir para contentar a la pareja o la resaca que se ha de pasar por abusar del pirriaque.

Ayer vencieron bien, sí. Los futbolistas del Córdoba deben ser conscientes de lo que se traen entre manos y de que cada punto de sutura en sus cabezas equivale a un paso más en un sueño cumplido para muchos. Porque cobran por realizar el trabajo más bonito del mundo, el de tener que contentar para toda una semana a siete mil personas durante noventa minutos. Y el empeño que tienen entre ceja y ceja –ya no caben medias tintas: la permanencia no es sino un reto mediato, una mera formalidad que se ha de certificar en breve– es morrocotudo. Sería sacar de la mediocridad que ha convertido durante demasiado tiempo al club en el que juegan en un gris candidato a la nada. En un conjunto anodino en el que todo lo que pueda pasar mal saldrá mal.

Les quedan once batallas contra el exigente destino. Once epopeyas. Novecientos noventa minutos de una gesta que tendría mucho de rebeldía ante el destino. De inconformismo juvenil. De locura. De acabar sextos, séptimos u octavos y de regalar (¿regalarse?) dos partidos por el ascenso a Primera división. Primera división. Está lejos, está cerca. Todo es cuestión de matices. Todo es cuestión de una(s) pelota(s). De que haya quien se lo crea, lo desee, lo busque y ponga todo su empeño por conseguirlo.

Y si, una vez puestos los medios, al final el tren se detiene en el infinito andén donde esperan los sueños incompletos que nadie pueda decirles que no haya sido por ellos. Seguro que si es así todo serán palmaditas en la espalda y el mañana tendrá un sabor diferente._Incomparablemente mejor, por supuesto. Si quieren los futbolistas hacerse una idea de lo que pueden lograr, que revisen el vídeo del ascenso en Cartagena del 99. Podrán ver así la cara descompuesta que mostraba al utilero a quien ayer justamente honraban después de muchos años de abnegada labor. Rafael Márque Campos no sonreía ni lloraba aquel 30 de junio. Era otra cosa. Si necesitan inspiración, que le miren y se lo dediquen a él.

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