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La última jornada de grupos

Se conocieron las que serán, durante cuatro años, las 16 mejores del Mundo. Luchando por el cetro estarán casi todas las campeonas –únicamente faltarán las que también han sido las dos grandes decepciones del torneo: Italia y Francia-. Seis serán europeas, cinco sudamericanas, dos asiáticas, dos de la Concafac y únicamente Ghana defenderá el orgullo del continente anfitrión. La última jornada de la primera fase dejó estampas para el recuerdo y algún que otro partido para el olvido. En cualquier caso, se nota que conforme el campeonato va madurando el nivel futbolístico –en general- y que está adquiriendo unas cotas mucho más lógicas para el torneo de mayor prestigio del Mundo.

Se rubrica la vergüenza gala y Corea cumple

En mitad de una huelga y una revolución (francesa, claro), los bleus acabaron su participación en el torneo con otra derrota. Son una selección ciclotímica. Parapetados casi siempre en una clase indiscutible, históricamente han dependido siempre de la calidad de sus figuras. Sólo hubo un grupo que funcionó bien como tal y fue en 1998. Quedaron campeones. A pesar de su técnico llegaron a la final hace cuatro años, pero esta vez no estaba Zidane para rescatarles y los impresentables y sobrevalorados futbolistas que defienden tan ilustre zamarra ahora no fueron capaces ni de ganar un partido de tres. Sudáfrica se despidió del torneo con honor y les venció con meridiana claridad. Todo sangra más al otro lado de los Pirineos cuando Uruguay y Méjico no pactaron nada más que en el saque de centro. Mucho mérito, aunque menos teniendo en cuenta lo diferente que puede resultar jugar contra Argentina que contra Corea del Sur. Ya se verá.

Precisamente los asiáticos fueron los justos consortes de los argentinos en el grupo B. Su fútbol preciso y mecánico doblegó la necesidad de una atropellada y fallona selección nigeriana que no se parece ni de lejos a la que fue (Quique Setién contó que los motivos de la decadencia del fútbol africano hay que buscarlos en su falta de cerebro en pro de su músculo). Grecia ni se acercó a la siguiente ronda, porque fue muchísimo peor que Argentina. Tenía que ganar, pero no fue capaz ni de conservar un empate. Los de Maradona tendrán un duro rival en Méjico. Mucho peor de lo que parece.

Capello cumple, Serbia languidece

El partido entre Inglaterra y Eslovenia, decisivo, lo contemplé en Gibraltar. No es que sintieran un loco fervor patriótico, pero se sentían tan ingleses como andaluces mientras llamaban “Pisha” a “Jeins” y entonaban cánticos pintas en mano. Fusión que se llama. No sufrieron porque Eslovenia fue un horror desmotivado. Sacó a la luz todas sus miserias mientras esperaba que Argelia le echase una mano. Y se la echó hasta que Donovan –enorme centrocampista con llegada- remachó una victoria justa para Estados Unidos en el minuto 91 que daba a los norteamericanos el paso a octavos. De paso, la carambola condenó a Inglaterra a jugarse los cuartos –nunca mejor dicho- ante Alemania. Es el castigo a la mala cabeza de Capello.

Mérito tuvieron los germanos defendiendo su primer puesto a pesar de la condena que ello les suponía ante Ghana. No podían andarse con muchas tonterías, porque necesitaban la victoria para no depender de terceros. Fueron muy superiores a los africanos, liderados por un sensacional Özil. Los ghaneses, conscientes de sus limitaciones, buscaron el empate hasta donde consideraron oportuno, mirando con el rabillo del ojo lo que hiciera Serbia. También tuvieron suerte, porque Australia exhibió el orden que no complementó a su orgullo en los partidos anteriores. Venció, pero Pantelic tuvo en sus botas el 2-2 en el último suspiro. Tal vez fueron las propias ganas nacionalistas de un país tan belicoso. Los jugadores dejaron el campo encarándose con sus propios aficionados. Aunque parezca increíble, se citaban para pelearse fuera.

Nuevos aires en dos grupos

Los grupos E y F revelaron que el fútbol, a veces, avanza hacia la modernidad. El primero de los dos, en orden alfabético, dejó - más allá de la previsible superioridad holandesa (que en esta jornada fue mejor porque regresó Robben)- el desplome de una Camerún con demasiada cabeza y poca cola y la fresca aparición de Japón. Los nipones tienen un central tremendo –Tanaka-, un francotirador de nivel –Endo- y un líder que hace un fútbol bellísimo y que está en plena forma porque en su CSKA de Moscú está empezando a competir ahora –Honda-. Destrozaron entre todos a una horrorosa Dinamarca, que demostró que ni Bendtner ni Tommason ni –sobre todo- Rommehdal están ahora mismo entre los mejores de Europa. Pasaron a octavos y ahora son un candidato más. Se las verá con una Paraguay que defiende más que ataca. Promete.

Los guaraníes, en el F, no pasaron del empate a cero contra Nueva Zelanda. Para el representante oceánico no haber perdido ninguno de sus tres encuentros, a pesar de no haber superado la ronda, es casi como haber ganado la Copa. Con ese resultado, el otro representante del grupo en octavos iba a salir del Eslovaquia-Italia. Casi nadie dudaba de que los campeones ganarían. Incluso de que pasarían sin jugar bien, como casi siempre. Incluso cuando Vittek puso el 2-0 en el marcador recuerdo la imagen de un camarero que aferraba su bandera con más fe si cabe mientras imprecaba algo ininteligible en napolitano. Se pusieron 2-1 y les anularon un gol. Y les metieron el 3-1 en –“porca miseria”- un despiste tremendo de su defensa. A pesar de todo, marcaron otro más y Simone Pepe tuvo el 3-3 que les hubiera dejado vivos a su manera. Lippi asumió la culpa, pero Cannavaro recapacitó como haciendo balance –era su último Mundial- y dijo unas frases que deberían recitarse en las escuelas de entrenadores transalpinas –y en las cisalpinas también- : “El fútbol italiano tiene que mirar al futuro porque si seguimos así nos llevará unos 25 años el volver a ganar un Mundial”.  Y lo lograron en 2006. Por eso son grandes.

Un chiste para cerrar la primera fase

La última fecha de esta primera fase tuvo mucho de chiste. Cuatro selecciones que se jugaban más o menos su pase se dedicaron a amagar casi sin dar. En el G, brasileños y portugueses decidieron no pegarse y, así, un partido deseado se quedó en el mayor pluf hasta la fecha del campeonato. Dunga el reservón reservó jugadores y Queiroz, que sabía que el empate le valía, aceptó las tablas con sumo placer. Como Costa de Marfil tampoco es que anduviera muy sobrada de tino y no le metió nada más que tres a Corea del Norte, el último rato del encuentro fue –directamente- vergonzoso. Veremos a ver cómo afecta este impás en la competitividad durante sus compromisos de octavos. A España, hace cuatro años, le fue falta lo de dar descanso a sus futbolistas antes del choque ante Francia.

Precisamente la nuestra fue protagonista del otro casi-apaño de la jornada. Necesitaba ganar para no depender de otros y, a pesar de jugar entre mal y horrible, se apoyó en el tino de Villa y en dos despistes graves de una selección que atrás flojea para sentenciar aparentemente el choque. Como a Chile todo lo que no fuera perder por más de dos casi le garantiza la clasificación se apresuró para marcar uno que acortase distancias y a defender (eso sí, Bielsa era consciente de que tenía un jugador menos). Para colmo de despropósitos, Suiza no fue capaz de ganar a Honduras, así que durante diez-quince minutos, los finales, las dos rojas se dedicaron a darse besitos. Menos mal que las rondas finales borran todo el recuerdo previo para convertirlo en partidos intensos. Sin tregua. Redentores.

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