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La segunda jornada del Mundial

Murió la segunda jornada del Mundial dejando unas cuantas conclusiones claras. La primera, la aparente decadencia del fútbol occidental ante el del nuevo continente. Ninguna de las grandes de Europa está rindiendo al ritmo deseable o, al menos, cumpliendo con una regularidad prodigiosa. De hecho, únicamente Holanda ha sido capaz de ganar sus dos partidos y tampoco jugando a un gran nivel. Por el contrario, Brasil, Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay encabezan sus respectivos grupos y se nota que están más frescas, como con un punto más de competitividad. Suyo es, aunque sea simplemente por el imperio de la inmediatez, el favoritismo. Luego, ya se verá.

La grandeur, al carajo. Argentina, triunfante.

En el grupo A el previsible desplome de la floja selección anfitriona ante una Uruguay solvente y con un gran goleador (del 0-3 metió dos) prologó el esperpento de Francia. Domenech siempre me pareció un imbécil con suerte -demasiada tuvo en 2006- pero aún así es indigna la actitud de los representantes galos. Perdieron contra México 2-0 sin apenas dar sensación de equipo. Ribéry estalló, Zidane -que sigue jugando aunque no se vista de corto- también. Evra casi se pega con su preparador físico y Anelka fue expulsado por cagarse en la madre del entrenador. Hasta Sarkozy tuvo que poner orden en una concentración que parece, con perdón, el coño de la Bernarda. En suma, están virtualmente eliminados -hoy tendrían que golear y esperar que México y Uruguay no empaten- y habrán vuelto a hacer, como en 2002, un ridículo estruondoso. Hay articulistas que incluso señalan las tensiones raciales en el país vecino como culpables del caos en su selección.

Argentina maravilló un poquito en el grupo B. Goleó a una Corea que se hundió en la segunda mitad gracias al formidable rendimiento de su zona de ataque. Maradona no es un gran técnico, pero sabe que tiene artilleros suficientes como para que le ganen el Mundial. Los pone, incluso prescindiendo de nadie que les enlace con el centro del campo... y meten cuatro. Con cada encuentro, y eso que se clasificó con suerte, se hace más favorita. Queda por ver si cuando tengan a un rival que no se achante atrás rinden igual. El otro duelo del grupo sirvió para que el fútbol hiciera justicia con Grecia. Uno de los países que con más intensidad vive este deporte necesitó de dos mundiales y cinco partidos para cantar un gol de su selección en la máxima competición. Salpingidis lo obró ante una Nigeria anárquica que no merecería seguir. Hoy sabrán si los dioses le conceden, además, un pase a octavos que ya sería todo un éxito.

No es Green todo lo que parece y Undiano el currante

A Green casi le envían a la Torre de Londres por su cantada ante los Estados Unidos. Capello le señaló como el principal culpable del empate final, pero el viernes se demostró que no era el único culpable del pobrísimo juego de su selección. Argelia, un grupo de estajanovistas pobrísimos técnicamente, sacó un empate ante los Pross que demuestra los peligros de jugar contra natura. Rooney se atrevió a meterse con sus supporters y Terry a hacer su propio once. Lo curioso es que su 4-5-1 parece de más garantías que lo que propone su entrenador. Pero quien encabeza el grupo merecidamente es Eslovenia. Mejoró su juego ante los Estados Unidos y estuvo a punto de lograr su segunda victoria y de certificar su clasificación, pero los norteamericanos tienen a gala su propia autoestima y empataron. Ahora deberán sumar los centroeuropeos para no quedar fuera ante los ingleses, en un duelo que se las traerá.

Alemania fue la gran perjudicada en el grupo D. Su derrota ante Serbia se puede explicar -que no justificar- de muchas maneras. Undiano Mallenco, árbitro español, expulsó a Klose de forma muy rigurosa y los germanos tuvieron que remar con uno menos demasiado tiempo. Además, Podolski falló un penalti y los serbios de Antic, que en eso son especialistas, defendieron genialmente. Luego el colegiado navarro expuso en Marca que los arbitrajes del Mundial están siendo correctos. Sí, como el suyo. Puro corporativismo. Un gran currante. Australia, en el otro duelo de la jornada de este grupo, recuperó algo de su crédito con un empate a uno ante Ghana en un vibrante partido. No parece que vaya a ser suficiente para pasar, pero ya es un hito que tengan opciones en la última fecha después de la paliza encajada en la primera.

Camerún decepciona, Italia contra las cuerdas

La eliminación de Camerún en el E demuestra que el fútbol africano ha entrado en una época de recesión. Sigue contando con buenas individualidades, pero sus futbolistas parecen haber desarrollado unas fuertes personalidades que rechazan el trabajo colectivo que tan buen resultado les diera en épocas no tan lejanas. Dinamarca les ganó 1-2 en un sensacional encuentro -acaso el mejor de los disputados hasta el momento- y las lagrimas de Etoó (el que dijera que eran candidatas incluso a vencer el torneo) son las de todo el continente anfitrión. No obstante, los daneses no se pueden descuidar porque necesitan ganar a Japón para pasar de ronda. Los asiáticos cayeron ante una Holanda mediocre (1-0), pero siguen contando con la diferencia de goles como aliada. Por cierto, los tulipanes -con más pena que gloria- ya están en octavos.

Algo que no puede decir Italia. No pudieron los azzurri ni con la peor de todas las selecciones presentes en Sudáfrica. A Nueva Zelanda le bastó un gol en fuera de juego para desarbolar los esquemas de Lippi. Los italianos empataron pronto y quizás esto resulte lo más grave. No fueron capaces de colarle otro tanto a un grupo de semiprofesionales. Ahora tienen que ganarle a Eslovaquia -que demostró un bajísimo nivel ante Paraguay (2-0)- para pasar. Con la suerte y la capacidad de hacer virtud hasta de sus más acendrados defectos, los campeones parecen incluso más favoritos.

La lógica se impone en el G y H

Brasil ganó y Portugal goleó. Era lo previsible y lo lógico. La verdeamarela mejoró un poco respecto a la primera jornada y dejó a Costa de Marfil al borde de la eliminación. Por cierto, los africanos demostraron unas malísimas artes. Tal vez les mosqueó que el colegiado inglés no viese la clarísima mano de Luis Fabiano en el segundo gol. Siete le metió, por su parte, Portugal a Corea del Norte. Contó el seleccionador asiático que los suyos se vinieron abajo tras el primero. Pudiera ser. Lo preocupante es lo que les puede venir encima a los que vuelvan a su nación encarcelada. Encima, fue el primer partido que dejaba televisar Kim-Jong-Il en años. Será el último.

España salvó los muebles en el H, pero no progresó. Y fue así porque controló a Honduras, pero no la mató cuando debió y pudo hacerlo. Villa, genial por lo demás, falló un penalti y Torres no se pareció a sí mismo. Del Bosque se empeña en el doble pivote. Tal vez sea lo mejor ante lo que se le viene encima a un equipo que ha perdido su esencia y que tendrá que ganar a Chile para seguir viva en la competición. Una selección, por cierto, que superó ampliamente a Suiza, a pesar de lo corto del marcador (1-0). La del viernes a las 20.30 es la primera de las finales que les pueden quedar a los españoles. Acaso la más dura.

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