Blogia
Tonicruz

Michael, de resaca mortal

Otra mañana más después de una noche larga más, Michael se levantaba con resaca. Era martes y el aliento y la comisura de sus labios delataban la incontrolada ingesta alcohólica de la víspera. Le dolía la cabeza, así que optó por tomarse una aspirina con un sorbo de enjuague bucal. Era lo que tenía más a mano. Después de mal asearse se tragó de un sorbo una taza de café solo y un donut con la corteza ya dura mientras, en un ejercicio de rara habilidad digital, navegaba por Internet en busca de las últimas noticias.

Porque Michael era periodista. De los caros. De los pocos que pueden negociar por su carrera y su vida. De aquellos que tienen cogidos por los huevos a los mandamases de su empresa de noticias (léase, cadena de producción en cadena de contenidos). Por eso se podía permitir un chalecito adosado a las afueras de Dallas. Associated Press siempre cumple con su paga y él ya no está para otros trotes.

El plumilla arranca una vez más su corvette rojo (seguro que es un corvette rojo) una vez que se ha asegurado de que lleva su portátil y una pequeña agenda con él. Va un poco tarde y, con las prisas, se percata de que el agua que se ha aplicado en la cara no ha mitigado del todo su rostro cansado ni despejado su mirada de legañas. Se las seca de una pasada mientras enciende su radio.

 

Hacia donde él conduce nunca hay atascos. La estatal llega a una confluencia por la que muy pocos vehículos se aproximan. En aquella fría y funcional –como todas- prisión va a comprobar cómo muere otro hombre. Porque Michael trabaja de periodista especializado en penas de muerte. Se dedica a comprobar cómo el Estado de Tejas ajusticia a los condenados. Es testigo mudo del regocijo de los vengados y cómplice del sistema del Talión. Y ya es el único en su especie. Las demás agencias de noticias prefieren usar teletipos. Él sobrevive dibujando la muerte con su traza gruesa y su ya canoso pelo.

Michael abandona una tarde de trabajo más su oficina-morgue. Sin novedad. La inyección hizo su efecto. Tacha meticulosamente un nombre en su delicadamente ordenada agenda y busca un refugio donde relatar y relatarse lo sucedido. En un bar y ante un buen bourbon la muerte seguro que sabe menos a plástico y más a papel.

Michael Graczyk, periodista especializado en penas de muerte: “Odiaría que el Estado de Texas quitase la vida a alguien y no poder estar allí”.

http://www.periodistadigital.com/periodismo/prensa/2009/11/22/michael-graczyk-el-reportero-que-cubrio-300-ejecuciones-en-texas.shtml

 

0 comentarios