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Tonicruz

El café

(Artículo publicado en CCFP del 18 de noviembre de 2012 con motivo del partido Córdoba- Hércules C.F.)

Hacía bastante frío en Ponferrada el domingo a las cuatro de la tarde. Un seguidor del equipo local, sentado justo delante de la cabina desde donde iba a narrar el partido, me miraba a pecho descubierto y cubierto únicamente por un fino abrigo, divertido con mi aspecto. Yo estaba aterido, con guantes en mis manos trémulas y una braga de lana para taparme el cuello justo hasta donde comenzaba mi boca que debía tener abierta obligatoriamente durante dos horas.

Comenzó a rodar la pelota. Conforme iban pasando los minutos, la boca del seguidor berciano iba secándose mientras la mía no paraba de salivar. Escupía delante del micrófono al berrear el primero, el segundo y el tercero de los nuestros. Así, con 1-3, terminó la primera mitad.

Por un minuto perdí de vista a mi amigo del pecho descubierto. De repente, alguien tocó en la puerta de mi cabina. Era él, con dos cafés ardientes, uno de los cuales era para mí, porque “es normal que sientas el frío, que por tu tierra no estáis acostumbrados”. Se lo agradecí, pero ni le hablé del partido.

Volvieron a correr detrás de la pelota y el Córdoba metió dos goles más. Cuando ya eran cinco Jesús, que así se llamaba el aficionado berciano, se dio la vuelta y me miró. “Qué buenos sois”, me dijo justo antes de ponerse en pie para aplaudir el tanto del francoitaliano Enzo Rennella.

Ojalá en el mundo del fútbol hubiera muchos aficionados como Jesús. Ojalá todos los equipos propusieran el fútbol que propuso el Córdoba en Ponferrada. Perdón, en Ponferrada... y siempre.  


1 comentario

Bubo -

Es agradable leer entradas como estas. Donde el gusto por el fútbol no nubla el de los colores. Los colores hay que sentirlos pero que no nos duelan y mucho menos hacer que esos colores duelan a otros.