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Tonicruz

El debate

Me van a disculpar que empiece mi somera reflexión sobre el debate político con un símil futbolero. Rajoy y Rubalcaba han peleado hoy sobre un terreno de juego en lamentables condiciones. Ambos eran favoritos para quedar caricaturizados en el debate. Uno -el socialista- porque sabiéndose perdedor ha estado apelando a las entrañas para seguir a flote. El otro -el futuro presidente- porque se sabe tan ganador que ni se ha dado cuenta todavía de que ha de parecer un político.

El debate ha respondido a las expectativas. Es decir, no se ha propuesto nada y ambos han achacado su necedad a la coyuntura -el terreno de juego antes mencionado- y a la falta de propuestas claras del contrario. Rubalcaba -al cual me pintó un amigo periodista político como "muy listo y malvado"- ha tratado de liar aún más a un desconcertante Rajoy y lo ha conseguido. El gallego, que sería un pésimo presentador de informativos, leía con descaro sus chuletas dando una impresión nefasta. Castelar, vamos. 

Por su parte, el todavía miembro del gobierno en funciones hacía de pitoniso al pronosticar lo que haría su enemigo cuando llegue al gobierno. !Cuando llegue al gobierno¡ Tal era (y es) su convicción y su espíritu combativo que asume la derrota como esperando, al menos, seguir en el papel de líder de la oposición.

Durante un rato aquello pareció un combate de tontos, rayano en el delirio cuando comenzaron con el “y tú más”. Así, desde mi punto de vista el debate tuvo un punto de inflexión cuando Rajoy esbozó un tímido “coño” que le hizo muy humano. Me gustó eso. Fue, tal vez, el único momento auténtico del envite. A partir de ahí, al soltarse un poco el pelo ambos, Mariano llegó a colocar a Cazalla -pueblo sevillano- en la provincia de Cádiz y Pérez Rubalcaba (al que su adversario no cesaba de llamar Rodríguez para que no se perdiera en la memoria el recuerdo de su antecesor) glosaba con entusiasmo que la universidad española está llena de mujeres (que se lo digan a los estudiantes de informática).

 

Al final, como era previsible, todos ganaron. Se dieron la mano y se marcharon hacia sus sedes para ser aclamados como presidentes. Sus medios oficiales (Público y La Razón, sobre todo) tergiversaron como suelen hacer lo sucedido con portadas magnificientes. La España que no entiende de grises -me refiero a una tercera vía, no a la policía franquista- siempre se queda contenta. El resto, los que no nos gustan ni uno ni el otro, quedamos recompensados en la memoria del debate por un recuerdo final del moderador Campo Vidal. Durante siete segundos. Será eso lo que nos merecemos.

1 comentario

francisco López-Cordón Verde -

No sólo Cazalla; también mencionó Rajoy a Constantina, que es de la provincia de Sevilla, y no de Cádiz. Pero lo mejor del debate fue escuchar a Rajoy ubalcaba, al alabar su política de igualdad decir "...de hecho, casi todAs mis colaboradorAs son mujeres". Espectacular. Bueno, pues aún así, Rajoy ganó sobrado. Enfrente tenía a un derrotado.