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Tonicruz

En popelín, mucho mejor

(Artículo publicado en la Revista ferial "Abrevaero", del Círculo Cultural Cotuba, con motivo de la Feria de Córdoba 2011).

El ambiente de la tienda de vestidos de gitana era claustrofóbico. Como si de una enredadera gigante se tratara, del techo salían encajes y telas perforadas por todas partes. Colgados como morcillas, con los bajos lindando con el suelo y manchándose de polvo, los conjuntos esperaban una princesa que los hiciera suyos.

-Me encanta el azul pavo con los complementos en dorado. ¿Qué color de flor me aconsejas?

Una señora de cuarentaypocos se mira en un espejo enfundada en un vestido que le queda extremadamente angosto. El moreno de Fuengirola ha quedado convertido, por la hipoxia a la que le somete el corsé, a un blanco nuclear que, eso sí, hace resaltar aún más el pavo de su azul.

Mientras, una anciana que más parecía un mueble más del local cobra vida para dictar sentencia:

-Ole las gitanas guapas.

En la puerta del otro probador, con ojos mustios y pertrechado con un bolso y varias bolsas que no son suyas aguarda un hombre a su pareja. Bajo la promesa de “un buen polvo” mira las horas pasar y cruza su mirada con un perro que, como él, tampoco sabe muy bien qué pinta allí.

Sale la novia por el probador y, rápidamente, la propietaria de la tienda deja a la del azul pavo, a la que ya ha conquistado, para centrarse en la más indecisa joven.

-El color y los lunares me gustan, pero creo que le voy a cortar las mangas, que en mayo hace mucho calor.

Al sujetador de bolsos la idea de tener que visitar a una costurera y emplear otra mañana para obtener como compensación “un buen polvo” —que nadie asegura que sea bueno ni que sea polvo— provoca que sus pelos se vuelvan escarpias. Como conectados telepáticamente la vendedora y él hacen fuerza común para que la improvisada modelo reconsidere su terca obstinación amputadora.

-Con las mangas parece mucho más elegante.

Dice él.

-Niña, que las hijas de la familia Fernández de Balaustrada y Colomer, que estuvo aquí el otro día, se van a dejar todas las mangas. Que es lo que se va a llevar, te lo digo yo.

Dice la vendedora.

Mientras, la anciana-mueble vuelve a abrir la boca como si se tratase de una atracción de la feria que está por llegar:

-Ole las gitanas guapas.

Después de unos tensos minutos en los que perro, comerciante y sujetador de bultos se centraron en la contemplación de la indecisa gitana y cuando parecía que por fin todo iba a quedar resuelto, ésta espetó:

-Bueno, pero… ¿Lo tienen en popelín? Si es en popelín, mucho mejor.

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