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Tonicruz

Un pequeño gran detalle

(Artículo publicado en la sección El Otro partido de El Día de Córdoba sobre el partido Córdoba-Salamanca)

Son los pequeños detalles los que le alegran la vida al ciudadano medio. Una comida agradable, un beso, una noche de fiesta memorable, un rato de sol… Y el fútbol. Ese pequeño privilegio que es tan valioso como el aire que se respira en España estaba siendo permanentemente expoliado a la afición del Córdoba durante los últimos tiempos. Una afición secuestrada en pos de los chascarrillos, los mamoneos y los trapicheos bajo cuerda. Confiscada y fiscalizada. Casi cuantificada como si fueran arrobas con el símbolo del dólar.

Todo mejoró un poco ayer. Dentro de lo mejorable, como sabiamente explicó Lucas Alcaraz en la sala de prensa. Para conseguirlo, todas las partes tuvieron que poner de su parte. En los prolegómenos, las Brigadas Blanquiverdes planificaron una marcha (la cuarta) con la finalidad de entonar sus gargantas y su voluntad. Ellos tienen claro con sus pancartas su rechazo al fútbol negocio y, en cierta medida, a todos los cordobesistas le está empezando a repatear tanto mercantilismo en torno a una pasión. De hecho, ya se toman con estoicismo tanto tejemaneje. El abuelo y su trupe enarboló una pancarta que rezaba: “De Aldama, me sobran tres millones, te los presto”. Antonio Paíllo contribuyó al debate disfrazándose de jeque. Entre las gafas, el turbante y el bigote bien podría parecer el histórico rey Faruq I de Egipto (quien, por cierto, entre otros títulos guardaba el de soberano de Kordofán).

La afición, queda escrito, puso no un grano sino varios kilos de arena sobre el asunto. Como mejor sabe: callando la mayoría –como siempre- y animando con denuedo el incansable fondo. Se notó.

Los profesionales no les anduvieron a la zaga. Entregados a la causa desde el primer momento, sometieron al rival haciendo un fútbol generoso y no exento de calidad. Hicieron méritos para ganar, completando uno de los mejores encuentros en casa en el momento más oportuno. Uno en el que se juntará el cambio o no de manos de la entidad con el cierre –inocuo para el Córdoba- del mercado de fichajes y con el inicio de una serie de partidos contra los mejores de la categoría (consecutivamente: el segundo, el tercero, el cuarto y el séptimo, casi nada).

Echó su mano también Lucas Alcaraz, haciendo bien su trabajo durante los noventa minutos con su lectura del choque y en el post-partido, agradeciendo el apoyo de sus fieles y sincerándose, dentro de lo posible, en el farragoso tema de la venta.

Y cerró el ciclo de discursos afortunados el de Salinas. El presidente calló cuando fue preguntado sobre la pregunta de marras, la más repetida durante los dos últimos meses: “¿Cómo va la venta?”. En su lugar, se dedicó a repartir parabienes por el trabajo bien hecho y por la importancia de la victoria.

El producto fue perfecto. Una buena tarde de fútbol. En grande, en mayúsculas, en negrita, en Times New Roman o en Arial. Como sea. Dos horas agradables con un final feliz y dichoso. De las que permiten disfrutar a todos. A presidentes, entrenadores, periodistas, jugadores y aficionados. De las que gustan contar y gustan leer. De esas pequeñas cosas que nos hacen felices, que es de lo que se trata en el fondo. Felicidades a todos.

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