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Tonicruz

Los revientapelículas

Ayer quise ver en el cine una película. Intenté con Entrelobos -no está mal, sobre todo por la fotografía de la Sierra Morena cordobesa- a pesar de ser el último día de un gran puente. No conté con la ineludible presencia de los revientapelículas. Los revientapelículas son seres humanos más bien primitivos que suelen acudir en manada a ciertos actos socioculturales. El que más les gusta es el cine, por ser -generalmente- el arte más fácilmente asumible para los analfabetos funcionales (al igual que los retablos lo eran en la edad media para que el vulgo se enterara de la palabra de su impuesto Dios).

No cuentan con una fisonomía característica, por lo que nunca se puede estar del todo seguro hasta que se entra en la sala de si se está o no rodeado de tales seres. Eso sí, abundan hasta convertirse en endémicos durante los fines de semana y fiestas de guardar.

Los hay pijos infantiloides que tratan de impresionar a su monísima chica todo vestida de Tous realzando que se conocen de maravilla todos los escenarios en los que está rodado el largometraje; en el otro extremo, también pueden ser revientapelículas los gañanes catetos y mediocres que buscan destacar en sus miserables existencias aportando sus insoportables comentarios durante el transcurso de la sesión; lo son casi todos los canis (estos convierten en mierda todo lo que les rodea) y muchas señores y señoras ya entrados en la cincuentena que han olvidado ya la diferencia entre el salón de su casa y un sitio público (y, de paso, también han olvidado la educación recibida en los sesenta).

Su modus operandi suele variar según la gravedad de su calaña. Los principiantes rumian con intensidad durante los anuncios previos, pero luego apenas emiten algún que otro chascarrillo en los momentos más álgidos. De un grado medio son aquellos que quieren aportar algo a sus compinches aunque no tengan nada que dar porque su inteligencia no se lo permite. Suelen emplear expresiones como "cucha, cucha, qué leche se ha metido" o "mira, mira, fijo que ahora se carga al gordo". Un buen revientapelículas jamás expondrá un argumento interesante que enriquezca la visión del film. Tampoco contará ninguna anécdota graciosa. Es más, provocará tanta vergüenza ajena con sus observaciones como con su posterior risa en solitario. Siempre y en todos los casos hablará en un tono superior al del protagonista en la pantalla.

El último límite, el que se puede encasillar dentro del grado de revientapelículas asesinable, es el de aquel que lanza algún trozo de comida al vecino. O el que expulsa gases con sonoridad y estruendo. O los que estiran sus piernas y pies con desvergüenza provocando un incómodo bulto de sebo en la espalda del intimidado sufridor de la butaca de enfrente.

Pues eso, hoy intenté ir al cine a relajarme y me he sentado delante de una fila de revientapelículas de grado medio. Y he salido de la sala con tanta mala leche por no poder portar una recortada y montar una de Dios es Cristo que no me ha quedado más remedio que escribir este artículo.

1 comentario

musoken -

Sin olvidar a los que las revienta vía FB