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Políticos

Ayer fue otro día triste más para la clase política española. La que menos clase tiene de entre las clases.

Se celebraba el quinto aniversario de los crímenes de la estación de Atocha (y del Pozo, y Alcalá...) y a los del PSOE de Madrid no se les ocurre otra cosa que boicotear un acto en la Plaza del Sol. Al parecer, protestaban por una comisión que -a su juicio- quedó medio perpetrada nada más (como todas en Madrid).

Me resulta indiferente el signo ideológico. Esta vez fueron unos como otra vez serán los otros. Gentuza. Chusma. Personas o personajes empeñados en perpetuarse en un cargo que, en la mayoría de los casos, ni merecen ni merecerán jamás. Demagogos de fábrica. Politicidas confesos que son capaces de vender su alma a Bafumet (que siempre son los otros y nunca uno mismo) a cambio de un puñado de voluntades.Y de coches. Y de prebendas.

Cuando el 11-S y cuando el 7-J (uno en Nueva York y el otro en Londres) a ningún ciudadano de aquellos paises se le ocurrió levantar la voz contra sus gobiernos. Unidos con una sola finalidad, reprocharon los viles actos salvajes despreciando algo tan secundario (y tan desgraciadamente imprescindible) como la política. Nadie se lucró de aquello. Todos perdieron.

En España, en esos tiempos de sangre y rabia, los que estaban en el poder únicamente se preocuparon de tapar su inicial mentira. Por su parte, los que aspiraban a ganar las elecciones unos días después, tan sólo querían airear mierdas para que les cayesen en la cara a sus enemigos en las urnas.

Han pasado cinco años y la vida sigue, por supuesto, igual. Los que nos dirigen (repito: qué importa su color) siguen ofreciendo su espectáculo vomitivo desde sus poltronas. Nadie les pone firmes porque sólo ellos pueden ponerse firmes. Todos tiran la primera piedra (unos a otros) sin escrúpulos. Como si sus ideas les dieron crédito y pábulo para tanta desvergüenza. Como si contaran con un halo divino de infalibilidad. Y sin embargo, fallan. Y sonríen. Vuelven a fallar. Y vuelven a sonreír. Y así eternamente...

 

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